Durante años muchos creyentes han creído que ser pobre es sinónimo de ser espiritual.
Pero la verdad es que Dios nunca se ha peleado con la prosperidad.
Él no está en contra de que tengas riquezas, sino de que las riquezas te tengan a ti.
La abundancia es parte del Reino cuando se usa con sabiduría, generosidad y propósito.
💡 1. La prosperidad no es pecado, es propósito
La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres bendecidos: Abraham, José, David, Salomón…
Todos prosperaron porque entendieron una verdad:
“La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.” — Proverbios 10:22
Dios quiere prosperarte, pero no solo en dinero, sino en sabiduría, salud y paz.
El dinero es solo una herramienta; el propósito es lo eterno.
💰 2. No confundas humildad con escasez
Ser humilde no significa vivir limitado.
Jesús fue humilde, pero nunca pobre de espíritu ni de propósito.
Él multiplicó panes, peces y milagros.
La humildad no es pensar menos de ti, sino pensar más en los demás sin dejar de crecer.
❤️ 3. Dios te da para bendecir
La verdadera abundancia no se mide por cuánto guardas, sino por cuánto compartes.
El Reino se expande cuando los hijos de Dios bendicen a otros con lo que han recibido.
Cada vez que ayudas, das o siembras, estás haciendo circular la economía del cielo.
“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando.” — Lucas 6:38
🙏 4. Prosperar también requiere disciplina
La oración abre las puertas, pero la administración mantiene la bendición.
El que no planifica, desperdicia; y el que no diezma, desconecta su economía del Reino.
Aprendé a administrar con fe, a invertir con sabiduría y a soñar sin límites.
La fe sin acción es ilusión, pero la fe con orden es multiplicación.
🌿 5. La prosperidad más grande es tener paz
De nada sirve tener dinero si perdiste el descanso.
Dios quiere darte una vida plena, donde la riqueza sea una herramienta, no una carga.
Cuando ponés a Dios primero, todo lo demás se acomoda.
“Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” — Mateo 6:33
🌅 Conclusión
Dios no te llamó a sobrevivir, te llamó a florecer.
La verdadera prosperidad no está en acumular, sino en reflejar la abundancia del Reino en todo lo que haces.
Así que prospera, crece y bendice — porque cuando un hijo de Dios brilla, el Reino se expande.
“El Señor te abrirá su buen tesoro… y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.” — Deuteronomio 28:12

